miércoles, 8 de marzo de 2017

D:


El sol ama los ojos azules



Satie, un pianista, con su música enseñó un camino desconocido para otros compositores: el camino de la sencillez. A veces sus corredores nos parecen complejos, poblados de laberintos que nos pierden, pero sucede al contrario, son laberintos que nos encuentran. Ocurre, pues, igual que la música, su presencia en este paisaje. Es decir, es usted el camino de la sencillez, porque se abre todo un paréntesis donde su imagen es ya una posibilidad de encuentro que pasa por sus manos y moldea a una sencillez inmediata. Hoy, Señorita, 8 de marzo aprovecho –como pretexto de la fecha y todo su despliegue- para hablarle, mientras junto todas las piezas de mi corazón para que solo sienta una, donde se recoge todo lo que soy. Cierta vez, después de días de diálogos, irrepetiblemente llegó hasta mí una imagen que conservo con especial cariño: la imagen de una mujer que ha pasado por la vida. Ese día concebí un poco todos los universos paralelos que giraban a su alrededor. Enseña usted, sin fingir, el papel real de la mujer dentro de la sociedad, es decir, construye, destruye, observa, es libre y posee un pensamiento que transciende y revela la costumbre de pensar. Tiene usted el hábito de ser arte, porque entrega de su sangre para que la vida florezca. Y guarda en sus manos todas las fábulas hechas sueños. Tiene la capacidad de inventar instantes donde la felicidad, cada día tan lejana, vuelva a nosotros, siempre cargada de nuevo elementos, porque usted no se repite, ni se repiten los instantes, semejan aquellos personajes de Lispector, donde cada día son diferentes, pero que conservan la esencia de siempre. Me resulta asombroso, ante todo, la pasión que entrega a las acciones sencillas, esa pasión invisible, pero que se siente tan vigorosa como una música que brota de adentro, apenas vibra en nosotros. Hoy, al igual que los días que se van acercando, expreso mi estimación por el mundo que a construido, tan suyo, tan genuino y que su ritmo continué, cada vez más intenso como su vida.

Que todos los días la luz envuelva sus historias y tenga la posibilidad de narrarlas, con todos los colores que guardan su mirada.

Con muchísimo aprecio,

A.

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