domingo, 4 de octubre de 2015

El trazo de una incertidumbre



Paranoica es el brote de una soledad, una inquietud que se enciende en las noches, un descuajo de razones silenciadas entre el trazo y la palabra. Ajustada a los recuerdos Jung Yumi desahoja, una a una,  la margarita de una existencia que, en el torbellino de las estrellas, tirita antes del canto del gallo. Concentrada, pero curiosa, por medio de una pasión sorda, traza un desosiego; ligeros gestos que permanecen, entre el rasgo del rostro y el estado de ánimo, se empeñan en cazar el pájaro de la angustia. Unos dibujos absolutos, cristalizados, retratan toda la soledad oriental, la dolencia que genera la multitud. El espacio está en  cada dibujo que reposa en una noche, 45 dibujos, es decir, 45 noches. Así pues, Yumi escribe un diario, noche a noche, tal vez respondiendo la pregunta que acosaba a Goethe: “¿por qué será que las cosas que nos repugnan en la vida nos fascinan en el arte?” Indaga en su intimidad, retraída y atenta;  penetra, sin sobresaltos ni asperezas, hasta el fondo de los sueños. Por momentos siente que adquiere la levedad de las ardillas, por otros el peso de una juventud desajustada. Es, desde luego, Paranoica pequeños pensamientos escritos bajo el ritmo de una escritura lineal, acompañada del trazo, del color. Tan ancha sensibilidad abarca Jung Yumi, desde luego; pero, además, abarca los problemas de la existencia a través del arte: un tanto más doloroso, más conforme a la condición de trágico. El arte responde a todo. Mientras Goya, íntimo, en la sombra de la Quinta del sordo, en las afueras de Madrid,  se repetía: “No tengo vista, ni pulso, ni oído. Todo me falta y sólo la voluntad me sobra” Yumi oye hablar a sus pensamientos, esa esencia tan abstracta y sublime. Y escribe: “…De repente me veo a mi misma, después de todo este tiempo. Luzco como alguien diferente”

El simbolismo, me figuro, en Paranoica rebasa. Se traza con cuidado dentro de una caja de cartón, enseguida escribe: “Frágil. Manejar con cuidado.” Con la unión de trazos, silencio y palabra, Jung Yumi humaniza, provoca asombro frente a la belleza; a veces, reafirma. En una sola imagen vierte el río interior, y las palabras llenan lo que calla la pintura. El arte, como aquí lo vemos, es una armonía entre el yo humano y su mundo;  una simplificación de lo complejo. Formas de encender las luces que iluminan la sensibilidad. 


Paranoica
Autora: Jung Yumi
Rey Naranjo Editores

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